[La
traducción…] consiste en leer la frase y entenderla.
A
continuación se trasvasa a otra frase,
tanto si las palabras son equivalentes como si no.
Hunayn ibn Ishâq
Traducir es comunicar y, por lo tanto, un acto cultural necesario para
el entendimiento y la concordia entre los pueblos.
Cada comunidad y cada sociedad se definen por su cultura y quedan
grabados en la historia por sus hechos y por su literatura, por lo que, la
traducción literaria, permite reflexionar sobre la lengua y sobre dicha
cultura.
Traducir la lengua árabe y la lengua española, a parte de los
problemas estilísticos, tiene unas dificultades técnicas añadidas por tratarse
de lenguas de distintas familias iniciales como son las lenguas semíticas y las
indoeuropeas.
Algunos de estos inconvenientes son[1]:
- La lengua árabe conserva un carácter sintético, es decir, no precisa
de morfemas independientes, preposiciones o conjunciones para expresar las
relaciones sintácticas. Se sirve,
pues, de la simple flexión de sus semantemas morfológicos, caso y flexión
verbal.
- El castellano es una lengua analítica y es necesario indicar con
morfemas independientes las funciones sintácticas. Este problema no plantea inconvenientes
graves en la traducción del árabe al castellano pero si en la traducción
inversa donde el hispanohablante se siente inclinado a poner preposiciones
indicativas de los complementos directos e indirectos.
- El verbo árabe puede tener una extensión preposicional extraña en
castellano, es decir, algunos verbos transitivos en castellano rigen un
complemento directo, mientras que el verbo en árabe tiene un complemento
preposicional.
- El verbo árabe, como en todas las lenguas semíticas, no tiene
“tiempo” sino “aspecto”, el perfectivo corresponde a la acción acabada y el
imperfectivo corresponde a la acción inacabada. Por regla general, en la
traducción se asimila la acción acabada o perfectivo al pasado y la inacabada
al presente y futuro, pero no se corresponde a la exacta noción temporal que
matiza el español y otras lenguas románicas.
- La lengua árabe utiliza
para matizar todos estos modos y tiempos morfemas independientes como
partículas temporales y verbos modificadores.
- En la lengua árabe hay poca subordinación o hipotaxis entre las
oraciones que van coordinadas y rara vez subordinadas, unidas por la conjunción
copulativa, wa, es decir, “y”. Esta
coordinación resulta intraducible en español, a menos que por razones de estilo
se quiera reflejar la polisíndeton “y…y…y” como en el castellano medieval y su
“et…et…et”.
- Otra de las soluciones para traducir el árabe clásico al castellano
es el uso del gerundio, inexistente en árabe, en vez de traducir dos verbos
simultáneos: “Se fue y caminó”, por “Se fue caminando”, especialmente con la wa- de simultaneidad. El árabe
contemporáneo tiende a sustituir la coordinación por la yuxtaposición.
- Otra problemática del verbo árabe es el orden sintáctico dentro de
la frase. Verbo-Sujeto-Complementos, mientras que el español es Sujeto-Verbo-Complementos.
El problema radica en que el verbo árabe, cuando no ha aparecido el sujeto, no
concuerda con el mismo ni en número, ni en género. Es decir, el verbo siempre
aparece en tercera persona masculina y singular, sea el sujeto formalmente
femenino o plural.
- En el árabe no existe formalmente una voz pasiva, sino una voz cuyo
sujeto es desconocido o se elude.
- El artículo árabe es siempre invariable respecto al género y al
número, y no existe un artículo indeterminado y sí existen oraciones copulativas sin verbo.
Todos estos fenómenos hacen que sea imposible una traducción literal,
es decir, servil.
La traducción ha de enfrentarse también al problema del léxico árabe,
pues las palabras árabes son muy polisémicas, y en su mayoría esconden un
término concreto y otro abstracto. Corresponde al traductor la elección del
término dentro del contexto. Además el léxico árabe es inmenso, como
corresponde a una civilización tan extensa en el tiempo y en el espacio.
La traducción se convierte de esta manera en un nuevo arte, necesitado
de un oficio y una técnica propia
Publicado por: Reyes de Gregorio
[1] Rubiera Mata, M.J., “Introducción general a la lengua árabe y a su
traducción al castellano”. Traducir del
árabe. Pág. 36. Barcelona 2004.